martes, octubre 11, 2011

EL MUQUI Y EL OBRERO

                                EL MUQUI Y EL OBRERO


En la mina de Yauricocha, cuando entro a trabajar un obrero en su turno normal de 4:00am, su jefe le dijo te vamos a cambiar de turno a 12 de media noche, y entonces el entro a trabajar como le asigno su jefe y cuando se dirigia al penultimo nivel de la mina que era profundo, para cuidar la bomba de presión, Él dijo mejor me duermo un momento y después cuido, y cuando estaba durmiendo se acerco un Muki(diablo de las minas) y le dijo: Levantate ocioso, haragan de que estás durmiendo debes estar trabajando y el obrero entre sus sueños le dijo: pero solo descanso un momento, y Él se despertó y trato de ver quien esta ahí y dijo: voy a ponerme el casco con lámpara, y al momento de encender la lámpara, no prendía, y el Muky le dijo por que te desesperas en tratar de verme, si yo te conozco muy bien y a todos los que trabajan en mi casa tratando de llevarse lo que tengo, de repente su lámpara del obrero se prendia y vio que era pequeño y tenia casco y el Muky se saco el casco, ahi le vio que tenia pequeños cuernos, y el Muky le mostró muchas monedas de oro dentro de su casco y le dijo: ven trabaja conmigo y serás mas rico que un rey de afuera.

Y así el Muky le mostró todo su riqueza ya se había cumplido el turno del obrero y el Muky le dijo: ve a tu casa y no cuentes a nadie lo que viste, el obrero fue a su casa, Él no estaba contento con lo que solo había visto, entonces fue y le contó a su esposa. Luego al día siguiente el obrero fue a su trabajo y se encontró con el Muky entonces este ultimo le dijo: no le contaste nada a nadie no? Y el obrero le respondió que no, entonces el Muky le dijo no me mientas y el otro le respondia no te miento, el Muky le dijo si me sigues mintiendo te quedaras aquí conmigo. Entonces el obrero le contó lo que había pasado a su jefe y a sus compañeros, y entonces el Muky se entero y le dijo: tu me mentiste le dijiste a todos lo que viste y ahora te quedaras conmigo para siempre aquí en mi casa, y el Muky le puso unas botas de oro al obrero y le dijo: con esto andarás, solo saldrás de aquí cuando se gaste por completo y el obrero trataba de escapar por el camino que el conocía pero no encontraba la salida , y ahora anda llorando y caminado por toda la mina y hasta ahora por su sufrimiento derumba la mina.

EL CONDENADO

EL CONDENADO
Un arriero que traía de Ayacucho cuatro cargas de plata a lomo de mulos, por encargo de su patrón, se alojó en las inmediaciones de Izcuchaca (Huancavelica), en un lugar denominado “Molino” de propiedad del señor David, quien tenía su cuidador; éste muy de madrugada, mientras el arriero cargaba el cuarto mulo, hizo desviar una carga y arrojó solo al animal.

Mientras el cuidador se repartía el dinero con el propietario del sitio, el arriero desesperado con su desventura a cuestas, puesto que, para reparar la pérdida tenía que trabajar el resto de su vida y tal vez hasta sus descendientes, impetraba de rodillas a los causantes quienes por la codicia del dinero tornándose indolentes y sordos al clamor el pobre indio cuyas inocentes lágrimas llegaron hasta el cielo en procura de la justicia divina.

Al poco tiempo murió el cuidador del “molino”, su mujer y su hijo. Aquel por ser el culpable directo se condeno, es decir, arrojado “alma y cuerpo” de la vida ultraterrena, debía refugiarse por entre los montes tomando la forma de un animal con cabeza humana gritando de vez en vez: David devuelve la plata… Inclusive creen que por causa del humo don David, dueño del molino, que aún vive, sufrió de parálisis en sus piernas.
Algunos indios astutos aprovechan de esta superstición del “condenado” para llevarse, en época de cosecha, unpoco de cereales de esa era  .

LA MUJER HILANDERA Y EL CONDENADO

           LA MUJER HILANDERA Y EL CONDENADO

Había una mujer que vivía sola, hilando día y noche para ganarse el sustento. En una de esas noches que hilaba, a eso de las 12 de la noche, tocaron su puerta y ella salió presurosa a ver quien era y al abrir se topó con un hombre que le dijo:
—Señora, hágame el favor de guardarme estas ceritas —entregándole un paquete de ceras—; mañana a esta misma hora voy a volver a recogerlas.
—Muy bien, señor —respondió ella, recibiendo las ceras y despidiendo al desconocido.
Pero grande fue su sorpresa cuando a la luz del candil las ceras se trocaron en huesos. Más asustada de lo que se puede imaginar uno tiró los huesos a un rincón y se pasó toda la noche muy preocupada sin tirar una pestañeada.
Al día siguiente apenas amaneció fue en busca del cura de la parroquia, a quien le contó lo sucedido. El cura le dijo que había hecho mal en abrir la puerta a esa hora y que ahora no había más remedio que esperar a que volviera el condenado para devolverle los huesos; pero cuando volviese, no abriría la puerta sola, sino acompañada de seis niños, tres niños y tres niñas. La señora prometió que así sucedería.
A la noche siguiente, cuando la mujer estaba en su casa acompañada de sus vecinas y los seis niños, tocaron la puerta como en la noche anterior.
Entonces ella, tomando a los niños, uno a la espalda, uno al frente, uno a cada costado salió a contestar al condenado y le entregó los huesos con la mano izquierda.
El condenado hablando con la nariz le dijo:
—¡Ajá! Sabías, ¿no? Considera a esos niños, porque si no te hubiera comido. Y desapareció en el acto.

CUENTOS POPULARES DEL DISTRITO DE ATAURA

         LA MUJER HILANDERA Y EL CONDENADO


Había una mujer que vivía sola, hilando día y noche para ganarse el sustento. En una de esas noches que hilaba, a eso de las 12 de la noche, tocaron su puerta y ella salió presurosa a ver quien era y al abrir se topó con un hombre que le dijo:
—Señora, hágame el favor de guardarme estas ceritas —entregándole un paquete de ceras—; mañana a esta misma hora voy a volver a recogerlas.
—Muy bien, señor —respondió ella, recibiendo las ceras y despidiendo al desconocido.
Pero grande fue su sorpresa cuando a la luz del candil las ceras se trocaron en huesos. Más asustada de lo que se puede imaginar uno tiró los huesos a un rincón y se pasó toda la noche muy preocupada sin tirar una pestañeada.
Al día siguiente apenas amaneció fue en busca del cura de la parroquia, a quien le contó lo sucedido. El cura le dijo que había hecho mal en abrir la puerta a esa hora y que ahora no había más remedio que esperar a que volviera el condenado para devolverle los huesos; pero cuando volviese, no abriría la puerta sola, sino acompañada de seis niños, tres niños y tres niñas. La señora prometió que así sucedería.
A la noche siguiente, cuando la mujer estaba en su casa acompañada de sus vecinas y los seis niños, tocaron la puerta como en la noche anterior.
Entonces ella, tomando a los niños, uno a la espalda, uno al frente, uno a cada costado salió a contestar al condenado y le entregó los huesos con la mano izquierda.
El condenado hablando con la nariz le dijo:
—¡Ajá! Sabías, ¿no? Considera a esos niños, porque si no te hubiera comido. Y desapareció en el acto.



                                                 EL MUQUI Y EL OBRERO


En la mina de Yauricocha, cuando entro a trabajar un obrero en su turno normal de 4:00am, su jefe le dijo te vamos a cambiar de turno a 12 de media noche, y entonces el entro a trabajar como le asigno su jefe y cuando se dirigia al penultimo nivel de la mina que era profundo, para cuidar la bomba de presión, Él dijo mejor me duermo un momento y después cuido, y cuando estaba durmiendo se acerco un Muki(diablo de las minas) y le dijo: Levantate ocioso, haragan de que estás durmiendo debes estar trabajando y el obrero entre sus sueños le dijo: pero solo descanso un momento, y Él se despertó y trato de ver quien esta ahí y dijo: voy a ponerme el casco con lámpara, y al momento de encender la lámpara, no prendía, y el Muky le dijo por que te desesperas en tratar de verme, si yo te conozco muy bien y a todos los que trabajan en mi casa tratando de llevarse lo que tengo, de repente su lámpara del obrero se prendia y vio que era pequeño y tenia casco y el Muky se saco el casco, ahi le vio que tenia pequeños cuernos, y el Muky le mostró muchas monedas de oro dentro de su casco y le dijo: ven trabaja conmigo y serás mas rico que un rey de afuera.

Y así el Muky le mostró todo su riqueza ya se había cumplido el turno del obrero y el Muky le dijo: ve a tu casa y no cuentes a nadie lo que viste, el obrero fue a su casa, Él no estaba contento con lo que solo había visto, entonces fue y le contó a su esposa. Luego al día siguiente el obrero fue a su trabajo y se encontró con el Muky entonces este ultimo le dijo: no le contaste nada a nadie no? Y el obrero le respondió que no, entonces el Muky le dijo no me mientas y el otro le respondia no te miento, el Muky le dijo si me sigues mintiendo te quedaras aquí conmigo. Entonces el obrero le contó lo que había pasado a su jefe y a sus compañeros, y entonces el Muky se entero y le dijo: tu me mentiste le dijiste a todos lo que viste y ahora te quedaras conmigo para siempre aquí en mi casa, y el Muky le puso unas botas de oro al obrero y le dijo: con esto andarás, solo saldrás de aquí cuando se gaste por completo y el obrero trataba de escapar por el camino que el conocía pero no encontraba la salida , y ahora anda llorando y caminado por toda la mina y hasta ahora por su sufrimiento ocasiona derrumbes en la mina.
EL CONDENADO
Un arriero que traía de Ayacucho cuatro cargas de plata a lomo de mulos, por encargo de su patrón, se alojó en las inmediaciones de Izcuchaca (Huancavelica), en un lugar denominado “Molino” de propiedad del señor David, quien tenía su cuidador; éste muy de madrugada, mientras el arriero cargaba el cuarto mulo, hizo desviar una carga y arrojó solo al animal.

Mientras el cuidador se repartía el dinero con el propietario del sitio, el arriero desesperado con su desventura a cuestas, puesto que, para reparar la pérdida tenía que trabajar el resto de su vida y tal vez hasta sus descendientes, impetraba de rodillas a los causantes quienes por la codicia del dinero tornándose indolentes y sordos al clamor el pobre indio cuyas inocentes lágrimas llegaron hasta el cielo en procura de la justicia divina.

Al poco tiempo murió el cuidador del “molino”, su mujer y su hijo. Aquel por ser el culpable directo se condeno, es decir, arrojado “alma y cuerpo” de la vida ultraterrena, debía refugiarse por entre los montes tomando la forma de un animal con cabeza humana gritando de vez en vez: David devuelve la plata… Inclusive creen que por causa del humo don David, dueño del molino, que aún vive, sufrió de parálisis en sus piernas.
Algunos indios astutos aprovechan de esta superstición del “condenado” para llevarse, en época de cosecha, un poco de cereales de las eras.